La
Primera Epístola a los Tesaloniceses es una de las cartas que componen la segunda parte del
Nuevo Testamento cristiano; se cree que fue escrita por
Pablo de Tarso al pueblo de Tesalonia.
Es posible que haya sido la primera de las epístolas de Pablo, escrita hacia fines del año 52, tras el regreso de Timoteo desde
Macedonia, puesto que transmite sus comentarios sobre el estado de la iglesia en Tesalónica (; ). Pablo emplea la carta como medio para corregir la iglesia
tesalonicense y proporcionarles instrucción moral; se destacan en ella los temas del martirio por
Jesús y la fe en la proximidad de la segunda venida.